El día 19
del mes de mayo cuando aún se esperaba mucho más de su espíritu de trabajo
visionario y emprendedor, dejó de existir a la edad de 66 años don Vicente
Raspanti.
Su
trayectoria es digna de imitar. Nacido en Italia el 1° de mayo de 1903, sus
padres le traen a la Argentina en 1906 a la edad de tres años. Radicado en la
Capital Federal, se despierta a muy temprana edad una acentuada vocación
comercial y desde muy joven aún, a los 15 años, instala un negocio de almacén
que explota exitosamente hasta 1930.
Enamorado
de nuestro país, gestiona su carta de ciudadanía naturalizándose argentino.
Conoce el pueblo de Ituzaingó, le agradan sus habitantes y su extraordinaria
naturaleza, instala entonces un comercio de materiales de construcción hasta
1933. Pero no se produce todavía el extraordinario furor por la edificación
residencial. Se mantienen las características peculiares de la zona, quintas de
veraneo, tambos, chacras, viveros y la población estable que bordea la estación
del ferrocarril y sus alrededores.
Don Vicente
vuelve al ramo de almacén, pero en 1939 operado el comienzo del singular éxodo
de la población capitalina hacia las zonas suburbanas, repite su anterior experiencia
con los materiales de construcción, esta vez, ya definitivamente.
La
evolución que alcanza su negocio sorprende a los más entendidos. Casa Ofelia
nombre que le da en celebración de su única hija, llega a ser un verdadero
emporio de la especialidad. Su posición económica alcanza considerables
dimensiones.
Consolidado
el comercio a través de su indiscutida capacidad para conducirlo, integra con
sus más antiguos y eficientes colaboradores la sociedad que con el tiempo es
objeto de las modificaciones que le impone su acentuada evolución.
La mayor
parte de sus empleados comienza a trabajar desde los más humildes puestos y
progresa en la medida de su capacidad.
Ha querido
a don Vicente y en la misma medida lo ha respetado. Hoy, el sentimiento es
veneración.
Su amor por
la Patria donde se formó y vivió se pone de manifiesto en su amor por el
trabajo, su espíritu de empresa, su equilibrado juicio y su generosidad.
Propulsor de numerosas entidades de bien público de Ituzaingó y zonas vecinas,
contribuyó en forma permanente con todas, citamos por ejemplo el Centro
Cultural Bernardino Rivadavia, Cooperadora Policial, Arenil, Bomberos
Voluntarios de Morón y San A. de Padua, Coopéradora Policial de Morón, Brigada
de Investigaciones de San Justo, Policía Caminera Puente 12, Camino de Cintura,
Cooperadoras Escolares, Sociedades de Fomento y muchas otras.
Militó como
socio en Gimnasia y Esgrima y el Club Atlético Ituzaingó, sosteniendo con su
aporte el desarrollo de otros.
Desde su
fundación en 1962, Don Vicente Raspanti se incorporó a AUPI como socio
benefactor en un nivel que lo identificó categóricamente con las obras de bien
público, tan frecuentes en nuestra comunidad.
Impulsado
por su espíritu generoso se hace cargo de la construcción de una de las aulas
del Colegio AUPI. Allí queda perpetuado su nombre en el bronce que será el
índice de su luminoso paso y uno de los motivos de admiración y respeto para
los adolescentes que día a día y año tras año transitarán por sus austeros
corredores en busca de la sabiduría.
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