viernes, 26 de julio de 2019

UNA TRAYECTORIA DIGNA DE IMITAR



El día 19 del mes de mayo cuando aún se esperaba mucho más de su espíritu de trabajo visionario y emprendedor, dejó de existir a la edad de 66 años don Vicente Raspanti.
Su trayectoria es digna de imitar. Nacido en Italia el 1° de mayo de 1903, sus padres le traen a la Argentina en 1906 a la edad de tres años. Radicado en la Capital Federal, se despierta a muy temprana edad una acentuada vocación comercial y desde muy joven aún, a los 15 años, instala un negocio de almacén que explota exitosamente hasta 1930.



Enamorado de nuestro país, gestiona su carta de ciudadanía naturalizándose argentino. Conoce el pueblo de Ituzaingó, le agradan sus habitantes y su extraordinaria naturaleza, instala entonces un comercio de materiales de construcción hasta 1933. Pero no se produce todavía el extraordinario furor por la edificación residencial. Se mantienen las características peculiares de la zona, quintas de veraneo, tambos, chacras, viveros y la población estable que bordea la estación del ferrocarril y sus alrededores.
Don Vicente vuelve al ramo de almacén, pero en 1939 operado el comienzo del singular éxodo de la población capitalina hacia las zonas suburbanas, repite su anterior experiencia con los materiales de construcción, esta vez, ya definitivamente.
La evolución que alcanza su negocio sorprende a los más entendidos. Casa Ofelia nombre que le da en celebración de su única hija, llega a ser un verdadero emporio de la especialidad. Su posición económica alcanza considerables dimensiones.
Consolidado el comercio a través de su indiscutida capacidad para conducirlo, integra con sus más antiguos y eficientes colaboradores la sociedad que con el tiempo es objeto de las modificaciones que le impone su acentuada evolución.
La mayor parte de sus empleados comienza a trabajar desde los más humildes puestos y progresa en la medida de su capacidad.
Ha querido a don Vicente y en la misma medida lo ha respetado. Hoy, el sentimiento es veneración.
Su amor por la Patria donde se formó y vivió se pone de manifiesto en su amor por el trabajo, su espíritu de empresa, su equilibrado juicio y su generosidad. Propulsor de numerosas entidades de bien público de Ituzaingó y zonas vecinas, contribuyó en forma permanente con todas, citamos por ejemplo el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, Cooperadora Policial, Arenil, Bomberos Voluntarios de Morón y San A. de Padua, Coopéradora Policial de Morón, Brigada de Investigaciones de San Justo, Policía Caminera Puente 12, Camino de Cintura, Cooperadoras Escolares, Sociedades de Fomento y muchas otras.
Militó como socio en Gimnasia y Esgrima y el Club Atlético Ituzaingó, sosteniendo con su aporte el desarrollo de otros.
Desde su fundación en 1962, Don Vicente Raspanti se incorporó a AUPI como socio benefactor en un nivel que lo identificó categóricamente con las obras de bien público, tan frecuentes en nuestra comunidad.
Impulsado por su espíritu generoso se hace cargo de la construcción de una de las aulas del Colegio AUPI. Allí queda perpetuado su nombre en el bronce que será el índice de su luminoso paso y uno de los motivos de admiración y respeto para los adolescentes que día a día y año tras año transitarán por sus austeros corredores en busca de la sabiduría.

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